en las noches, con luna, cancun y yo

miércoles, febrero 28, 2007

Efecto llamada.


Todos, o al menos la gran mayoría que tenemos madre, hemos sentido el “efecto llamada”, ¡Oh Dios! Así es, se contiene uno para no sacar a los demonios del llanto de nuestro interior, y reflejar sonrisas, siguiendo con el clásico, bla bla bla; todo esta perfecto Madre, no te preocupes.
Ese efecto me deja a veces el hablar con mi madre, sintiendo como mi corazón metálico, se va convirtiendo poco a poco, en una gelatina de frambuesa, y de esas de la marca Royal instantáneas, que no necesitaban refrigeración y su consistencia era aguada, aguada.
Hoy hable con mi madre, la extraño y la quiero, es sin duda y lo sabe, pero obvio ella quien sabe que tan fuerte sienta esa soledad, no ahondaré en su estado, pues no me compete a mi contar, del porque ella se sienta tan depresiva, pero lo que si es real, es que mi ausencia, colabora a que ella se sienta aún mas sola.
Indudable no se sabe ser hijo, no hay ni existirá el manual el buen hijo, para con la madre, (el del padre sería otro tomo y aparte) igual de difícil.

Me dormiré y rezaré por mi mamita adorada, me quiere venir a visitar. Y yo solo atino a decirle que mejor venga más adelante, me siento mal, quisiera viniera, pero también no, por que mis posibilidades económicas, no son la idóneas, y yo quiero que me vea en las condiciones de mejora, para cuando regrese, no se sienta mal, y cada vez que se acuerde de mi, se acuerde que estoy viviendo en un lugar con mejores recursos que los de mi cuidad natal. Eso pienso yo minorizará su dolor para mi persona. No se sabe ser hijo. sin duda alguna.

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